MENSAJES PARA EL ALMA

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LA VERDADERA SABIDURIA ESTA EN RECONOCER LA PROPIA IGNORANCIA

jueves, 8 de mayo de 2014

LIMITES EN LA INFANCIA

 LOS LÍMITES EN LA PRIMERA INFANCIA

Marcarles claramente a los niños las reglas y normas en la casa, y para la vida, es fundamental para que ellos encuentren contención, seguridad y se sientan amados, según los expertos.
Según la sicóloga María Carolina Sánchez Thorín, “los límites son el eje fundamental en la crianza, porque le dan a los niños seguridad, coherencia y son la herramienta primordial para la madurez emocional basada en el equilibrio entre el principio de placer y realidad. Los límites son cariñosos y permiten hacer evidente el apego como una forma de contención y de comprensión”.
El siquiatra infantil Christian Muñoz explica que los límites son como la estructura de un edificio.   Con ellos se construye finalmente la estabilidad de los hijos y se les da un sendero seguro para caminar“. Es el mapa de ruta en la formación de los hijos”, dice Muñoz.
Con normas claras, los niños saben que alguien los contiene, cuida y protege, se sienten amados y respetados. Además, una buena definición de normas desde que son pequeños les ayuda a adaptarse al mundo, a la sociedad, a relacionarse con otros y a entender la autoridad.
¿Cómo deben ser los límites y cómo se deben fijar?
•Los primeros límites del bebé son los hábitos de alimentación, higiene, sueño y cuidado con los que lo educan los papás. Con estas rutinas, él,  poco a poco, entiende que hay un orden, una manera de hacer las cosas y que alguien está pendiente de él. Los límites físicos también los adquiere cuando después de un tiempo diferencia entre el cuerpo de la madre y el de él; entonces aprende dónde terminan los otros y dónde empieza él.
•Además de los hábitos y las rutinas, a medida que el niño crece es clave marcarle el camino de acuerdo con la edad. A los dos años seguramente se untará al comer, regará en la mesa, etc. Por tanto, no será adecuado pedirle en este momento que se comporte como un adulto a la hora de comer, pero seguramente a los nueve años, por ejemplo, ya deberá comportarse en la mesa.
•Los límites no deben ser un impedimento para que él desarrolle su personalidad, para que sea él mismo. Es claro que los papás no dejarán que su bebé se acerque a los enchufes a meter el dedo, pero sí podrán dejarlo escoger el juguete que prefiera en cierto momento.
•Deben ser expresados con amor. El niño hace contacto con las emociones de los adultos que lo cuidan y que están pendientes de él, por eso es importante que las palabras transmitan emociones amorosas y transparentes.
•Deben ser claros. Es definitivo que los niños entiendan lo que los padres desean: que se laven los dientes antes de acostarse, que no le griten a la abuela, que recojan sus juguetes.  Las normas no pueden ser confusas ni imposibles de cumplir para su edad.
•Deben ser constantes. Los padres no deben cambiar las normas según sus estados de ánimo. Se adaptarán al crecimiento del niño. Tal vez muy pequeños se irán a la cama a las 7 de la noche, y más grandecitos a las 9, por ejemplo, pero no puede ser que un día a las 7 y otro a las 9.
Deben ser coherentes, es decir, que sean producto de un acuerdo entre los padres. No todos los adultos piensan igual y en las 
parejas suele haber diferencias respecto a la educación que deben recibir los hijos, pero es fundamental que estas diferencias no afecten al hijo, él no sabrá qué hacer si su mamá le da una orden y su papá otra diferente. Es bueno que al niño le llegue una postura unificada.
•El no cumplir los límites debe tener consecuencias para los niños, no necesariamente 
castigos. Si este no se comió el almuerzo por hacer pataleta, por ejemplo, cuando vuelva a tener hambre se le puede pasar el mismo plato que dejó servido. Si dejó unos juguetes en la sala, no podrá sacar uno nuevo hasta que guarde los primeros. Está demostrado en estudios que los niños que son reprendidos punitivamente, con agresividad, con malos tratos, son más susceptibles de sufrir depresión o ansiedad en la adolescencia o en la adultez.
•Cuando se le fijan normas a los 
niños desde pequeños, se cultiva una buena adolescencia y un ciudadano de bien.

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